Poder sobrevivir
a la agonía de la noche,
a la desdicha de sentirme un mercenario del alcohol
de alejarme entre los gritos y los tragos
otra vez solo, un perdedor.
Salimos de aquella histeria hacia otro lugar
huyendo de los colmillos de la soledad.
Regalado, ofrecí el sabor
de aquellos que en albergues
se hace tibios y no llegan al orgasmo ganador
(que ganador...)